Maríe Yuset
Maríe Yuset es el seudónimo de María Yuste (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1977), una mujer creativa que respira arte y cultura por los cuatro costados.
Ella misma afirma que, mientras otros niños garabateaban sobre un papel, el trazo aún tembloroso de la pequeña María dibujaba fusas y corcheas sobre el corsé de un pentagrama.
La música, a través de la interpretación y la composición, ya fuera como cantante o como pianista, la acompañó desde muy temprana edad. Se estrenó en el mundo del espectáculo con tan solo nueve años, pero dos años antes ya había sido cautivada por las letras de García Márquez.
La carrera de María no se detuvo en la música o en la escritura, y con solo veinte años ya había fundado su propio programa de radio. Siempre inquieta y curiosa, se formó en diseño gráfico, diagramación y web y se adentró en el mundo editorial con artículos de actualidad.
Tras pasar por la Escuela de Escritores de Madrid, se animó a participar en varias antologías. Después probó con la ciencia ficción, el terror y la fantasía. Conoció las mieles de ver algunos de sus trabajos publicados en la Revista 7iM, Ser + Magazine, La brújula, El Heraldo de Vegueta o la Revista Gafe; pero es ahora, con Junto al arroyo, cuando publica por primera vez una compilación de relatos hiperrealistas.
Entrevista
Maríe Yuset, escritora.
Por Germán Vega.
Ocupo mi sitio frente a ella en una de las mesas del famoso quiosco de San Telmo. María Yuste se toma un respiro y deja que Maríe Yuset tome el control para que se exprese por sí misma esta vez. Yo miro a la escritora y descubro un brillo inquietante en sus ojos. Sin María Yuste al mando, Maríe se siente libre, y aprovecho el momento para empezar justo por ahí.
¿Por qué utilizar un seudónimo? ¿Por qué no María Yuste? Maríe levanta la barbilla en un gesto apenas perceptible. Es casi una declaración de intenciones. Como si quisiera hacerme ver que es Maríe y no María la que está al otro lado de la mesa.
Cuando escribo, me siento otra persona. Nada que ver con María, la editora; María, la madre de sus hijos; María, la amiga de sus amigos. Cuando escribo, soy otra. Hace muchos años que decidí aceptar a esa otra María y bautizarla con un nombre. Me gustó Maríe Yuset; me sentí identificada con él. Al pronunciarlo en voz alta, me hacía sonreír, y me ayudaba a vestirme con el traje de escritora, para así ponerme manos a la obra. No quiero pensar que sea algún tipo de trastorno de bipolaridad —añade con una tímida sonrisa—, pero siendo Maríe, soy otra. No sé si te vale esa respuesta.
Me vale, me vale. Pero no creo que sufras de ningún trastorno. De ser así, todos los escritores seríamos bipolares.
Es posible. Aunque ya te digo que si esto significara que soy bipolar, no me importaría. Maríe me lleva a mundos lejanos, hace que esos personajes que están en el plano de las musas me hablen, que me cuenten sus historias. Así que, si se trata de un trastorno, será siempre un regalo para mí.
Pero, a pesar de todo, no puedes evitar que María Yuste conviva contigo, que comparta tu mente y se imponga en determinados momentos. ¿Te influyen los pensamientos, los razonamientos de la editora? ¿Te afecta su visión del mundo editorial y su perspectiva a la hora de escribir?
No, para nada —contesta tajante—. Cuando escribo, no pienso como editora. Ese es el principal motivo de usar un seudónimo: no confundir a María Yuste, editora, con Maríe Yuset, escritora.
Has probado con diferentes géneros literarios, desde lo erótico hasta lo fantástico. ¿Con qué te sientes más cómoda? ¿Has encontrado un equilibrio? ¿Es el hiperrealismo mágico tu puerto seguro?
Una buena historia debe incluir todo eso: acción y ritmo, personajes sólidos que, aunque en las líneas no conozcamos su pasado, su presente o futuro, podamos intuirlo. Tramas de conflictos intensos, desequilibrantes, incluso quebrantes para el personaje. El personaje ama y odia, acierta y comete errores, es perfecto e imperfecto, y nos encontramos con acontecimientos o situaciones para los que no conseguimos una explicación racional. Ahí el elemento de lo extraño, la fantasía… Momentos al límite del horror, la pérdida de la cordura, la incertidumbre y el desconcierto, aquí el terror… Encontramos el amor y el deseo físico que implica esa química entre dos personajes, o varios personajes; lo carnal, el sexo, la lujuria… El equilibrio de una buena historia es justamente eso. Como una buena película. Claro que, en un relato corto, incluirlo todo es complicado. Si tuviera que elegir un género en el que me sienta más cómoda, diría que el hiperrealismo, pero eso no significa que renuncie al resto. Como te digo, una buena historia debe contener un poco de todo, como la vida misma. Al menos es así como yo lo veo.
¿Tienes alguna manía o realizas algún ritual a la hora de escribir? ¿Cómo es el momento en el que Maríe Yuset aparece y se sienta frente al ordenador?
Necesito absoluto silencio —contesta casi como un ruego—. No lo vas a creer, pero me coloco cascos para no percibir ningún sonido. Incluso la luz puede llegar a molestarme. Utilizo la luz imprescindible para ver. El momento ideal para escribir es la noche, precisamente por eso, porque la luz y los sonidos se atenúan. Una pequeña interrupción, por mínima que sea, me desconcentra y eso me enfada muchísimo. También soy una amante de las antigüedades, adoro el mobiliario de finales del siglo XIX y principios del XX. Por ejemplo, mi escritorio, donde trabajo y escribo, es un mueble secreter de patas de estilo inglés victoriano de finales del siglo XIX, con su tapa y sus dos cajones con llaves. Mi escritorio es un altar que rodeo de talismanes, tanto positivos como negativos. Tengo un enorme lienzo de un cuadro de uno de mis personajes pintado por la artista mejicana Yuriko, una amiga que pintó para mí el personaje de Ia o Muñeca, ese ser que no pertenece a este mundo y que se silencia bajo un palmeral mientras las mariposas Monarcas la rodean. Hay cartas, fotos antiguas… Sí, talismanes y talismanes alrededor de mí.
Ya veo. ¿Algo más?
Escribo las notas en un cuaderno y siempre utilizo lápices afiladísimos. Deben estar muy afilados. Jorge se encarga de afilarme algunos cuando sabe que estoy en uno de esos momentos álgidos para escribir —apunta entre risas refiriéndose a Jorge Torres, su marido, al que me consta que, además del amor, la une una gran complicidad—. Deben ser del color de la madera. Unos lápices específicos. Soy muy maniática en esto de los lápices. Al igual que en los cuadernos, o de aspecto antiguo con sus relieves dorados y ornamentados, o simplemente de tapas de color negro o rojo. Muy rojo.
Te gustan las situaciones límite. Llevas al lector al borde de lo real, de lo posible. ¿Qué pretendes?
Remover entrañas, sentimientos. Provocar emoción en el lector. —Me mira un segundo, tal vez sopesando si continuar o dejarlo estar. Al final se decide por lo primero—: Me gusta tocar los temas tabús, meterme en la cabeza del psicópata y en la psicología de la víctima. Me gusta ahondar en eso. Me gusta repugnar, encoger el corazón, me gusta que odien y amen a mis personajes. Que los insulten o los alaben.
¿Qué va a encontrarse el lector en este libro?
Dolor, demencia y desasosiego. Tragedias, vivencias vergonzantes y silenciadas. Venganzas, justicia buena y mala. Voces que justifican sus actos malvados, auxilios de otras voces con la necesidad de ser escuchadas. Seres capaces de arrasar con la luz o con la oscuridad, algunos para bien y otros para mal. Melancolía, desamor y decepción. Imprudencia y consecuencias. Traiciones y decisiones impulsivas o realmente meditadas. Insectos… ¿Qué se es capaz de hacer por amor? ¿Y qué por el odio más profundo?
¿Y qué no va a encontrar por mucho que busque?
No va a encontrarse con historias de prados verdes, risas y picnics. Nada que les haga sentirse dichosos y agradecidos por este mundo en el que vivimos. Dejémonos de hipocresías. Las vidas perfectas de finales felices solo existen en las películas.
¡Caramba! Esa respuesta es bastante dura. Dolor, Demencia y Desasosiego son los títulos de los tres bloques en los que se divide la obra. Está claro que no queda espacio para la alegría, para la esperanza.
No. No queda espacio. —A Maríe parece no pesarle la respuesta, aunque después matiza—: Tal vez El baúl, la lista y la llave tenga un final esperanzador. Quizás detrás de la puerta al final de nuestras vidas no exista más el dolor, la decepción, la mentira, la falsedad, la enfermedad, que te rompan el corazón, que te rompan el espíritu o que te quiebren el pensamiento. Pero, claro, como nadie ha vuelto de ese otro lugar cuando todo acaba… Quizás una puerta hacia un más allá esperanzador.
Algunos de los personajes de los relatos se rebelan contra ese destino adverso que les ha tocado vivir. Otros, sin embargo, se resignan, parecen más dóciles, más mansos. ¿Con qué personalidad se identifica más Maríe Yuset?
Con las dos —contesta sin dudar.
¿Cómo es eso posible?
Tal como yo lo veo, todo ser humano está formado por luz y oscuridad. Algunos de los personajes de los relatos fueron dóciles mientras aquello que les hizo daño, aquello que los hizo sufrir tenía poder sobre ellos, pero después reaccionaron de una manera violenta, llena de ira. Esa es la parte oscura de los personajes que se rebela de algún modo contra aquello que padecieron o que les hizo ser como son en el momento en el que yo escribo sobre ellos. Ellos hablan, yo escribo.
Si tuvieras que elegir un relato que todos los lectores deberían leer, ¿con cuál te quedarías?
Alexitimia —responde después de unos segundos en los que piensa sosteniéndome la mirada.
¿Por qué?
Todos nos hemos sentidos encadenados en algún momento de nuestras vida, presos de algo o de alguien. Y cuando conseguimos liberarnos de esas cadenas y en búsqueda de resolver el conflicto, lo hacemos atravesando una serie de etapas: la euforia por la liberación, la ira contra aquello que nos encadenó, la búsqueda del porqué que calme la ansiedad y, al final, la aceptación de la situación y de cómo ese suceso o ese alguien nos ha transformado en otro que no tiene nada que ver con el del principio. La evolución de nosotros mismos. Las etapas de crecimiento. Cuestionables si para bien o para mal. Alexitimia narra ese proceso.
Cuéntanos un poco sobre la edición: la elección de los relatos, el orden en el que aparecen. Me consta que no se ha dejado nada al azar.
Sí, así es. Todo tiene una razón de ser. Lo de los bloques se explica, principalmente, por lo que mueve cada relato. Cada personaje se rodea de aquello que da título al bloque en el que se encuentra su historia. Podría decirse que el título del bloque es el hilo conductor de cada uno de los relatos que lo componen.
Sin embargo, hay algunos relatos que podrían encajar en dos o incluso en los tres bloques.
Por supuesto que sí, el dolor implica cierta demencia y desasosiego. La demencia implica muchísimo dolor y el desbordamiento del desasosiego. Y el desasosiego todo el dolor y la demencia que pueda encerrar. Pero también hemos tenido en cuenta la simetría. Jugamos con eso para que los bloques tuvieran más o menos la misma cantidad de relatos. La estética de la edición.
Siempre hay un relato que cuesta un poco más, que se atasca o que requiere un esfuerzo adicional. ¿Te sucedió con alguno?
Me sucedió con Yoel.
¿Qué ocurrió? Maríe sabe exactamente cuál es la respuesta a la pregunta, pero se plantea si debe compartirla conmigo y, por ende, con ustedes. Cuando lo hace, la entiendo. Cualquier escritor la entendería. Para alguien que no escriba es más complicado.
Aquí surge mi parte esquizofrénica —contesta riendo—. Ya te he dicho antes que todos los personajes que están en ese otro plano me hablan. Se dirigen a mí de alguna manera para hacerme saber sus inquietudes, el modo en que tengo que describirlos. Yoel es un personaje que no paraba de hablarme, y aún lo hace, date cuenta que Yoel pertenece a otra de mis novelas inacabadas. Yo no tenía forma de acabar el relato de modo que él quedara satisfecho, del modo que él deseaba… Y yo solo necesitaba que dejara de hablarme. Un tiempo de su silencio, ¿sabes? Un «¡cállate, cállate!». Sé cómo suena, ya te he dicho que no quiero parecer paranoica, pero ocurre así. Yoel es el típico personaje que se desboca, que se descontrola y quiere mostrarse libre y auténtico. Despiadado, repugnante. Tuve que ponerle freno, tuve que amordazarlo para que no expresara todo lo que salía de su interior de la forma en que a él le hubiera gustado. A pesar de que el lector pueda pensar que su manera de hablar es atrevida, soez en ocasiones, te aseguro que no es ni de lejos tan brutal como habría sido si yo le hubiera dado la libertad que él me exigía y que aún exige, solo que lo tengo engañado diciéndole que lo dejaré libre cuando se finalice la novela. Así que en este relato tuve que censurar algunas partes. El relato está edulcorado, suavizado. —Maríe me mira con timidez y añade entre risas: —No sé si deberías escribir eso.
¿Es verdad que muchos de los relatos incluidos en la obra forman parte de una obra mayor? ¿Podrías aclarar eso? ¿Qué pasará con esa obra? ¿La veremos publicada?
Sí, claro que sí. Estoy trabajando en ello. Relatos como El palmeral guarda silencio, Mala hierba, El baúl la lista y la llave, Las flores de Daphnes, Vedmak y La Vinchuca. Todos ellos son retazos de un mundo que escribí hace muchos años. Un proyecto que comenzó y que sigo desarrollando. Espero que esta colección de relatos impulse y entierre del todo mis inseguridades para conseguir lanzarlo, si todo va bien, el próximo año.
Y hablando de publicaciones, ¿te generó algún tipo de conflicto publicar Junto al arroyo con Ediciones Garoé, teniendo en cuenta la estrecha relación entre Maríe Yuset y María Yuste?
Sí. De hecho, me lo tuve que pensar muchísimo.
¿Y eso por qué?
Puede parecer una tontería, pero el hecho de ser juez y parte en este proceso me hacía dudar del mérito de la obra para ser publicada. Quiero decir, no es lo mismo tener que pasar por el filtro de una editorial a ser parte de ella y editarlo sin más. Por un lado, me gusta la obra y creo sinceramente que merece ser publicada. Hemos trabajado mucho en la corrección y en la edición para que así sea; pero por otro, sentía que era demasiado fácil, por decirlo así.
Pero te decidiste a publicarlo, a pesar de todo.
Sí. Alguien me dio la seguridad que me faltaba —contesta resuelta—. Ahora estoy segura de que merece la pena.
Háblanos de la cubierta. La portada es muy sugerente. ¿Es esa la imagen que el lector debe tener del arroyo que da nombre al título?
Desde luego. Cuando buscaba imágenes para la portada me topé con esa y sentí que era justamente la imagen que quería proyectar en la portada. Es una chica casi idéntica a Carla llamando a Luis desde otra dimensión —explica adelantándonos las primeras líneas del relato con el que comienza la recopilación—. Es perfecta como imagen de Junto al arroyo, tanto del relato como del libro.
¿Dónde podremos comprar el libro?
En todas las librerías y a través de la página web de la editorial (www.edicionesgaroe.com) con la posibilidad de recibirlo en casa firmado por la autora.
Independientemente de las ventas y de la repercusión de esta recopilación, ¿qué supondría para ti un fracaso?
Si te soy sincera, con que un solo lector que no me conozca personalmente lea el libro, considero que ha valido la pena y que no he fracasado. Eso para mí supondría un triunfo. Desde mi punto de vista, la sensación de haber tenido éxito no depende de las ventas ni de la repercusión que tenga la obra, sino de que al menos un lector la lea. Eso es lo que me haría realmente feliz.
Pues ya te digo que tienes mucha felicidad asegurada, Maríe. Satisface nuestra curiosidad: en la foto que ilustra esta entrevista, obra de Jorge Torres, se te ve muy relajada junto a un reloj de arena y una mariposa Monarca. ¿Qué simbolizan?
Como te comenté antes. Simbolizan lo positivo y lo negativo. Dos de mis talismanes más potentes sobre mi secreter. Lo que me pone nerviosa y desespera, el reloj de arena. Lo que me calma y me saca una sonrisa, la mariposa Monarca. Esos trazos negros. Esos lunares blancos punteados alrededor del filo de sus alas. Su cuerpo repleto de los mismos lunares… ¿Sabes la fuerza y capacidad del vuelo de una mariposa Monarca? Recorren miles de kilómetros cada año, de noviembre a marzo, desde Canadá hasta Morelia, Méjico. 8.000 kilómetros. Qué ímpetu en búsqueda de un lugar más cálido para descansar y copular. Una reunión de fuerza y valentía que me fascina. Tenemos suerte en Canarias de tenerlas también aquí. Ya te digo, se me llena el balcón de ellas.
¿Por qué te pone nerviosa el reloj de arena?
Porque simboliza el tiempo. Me pone nerviosa la consciencia de lo rápido que pasa cuando te detienes a observarlo. Lo mismo ocurre con el tic tac de un reloj.
¿Y tú te detienes a observarlo? La mayoría de la gente no tiene tiempo de observar el paso del tiempo.
Sí, me detengo. O creo que me detengo. Supongo que en esa búsqueda mía constante del silencio. Y cuando lo hago, creo que el tiempo se detendrá. Pero entonces te encuentras con el tic tac, escuchas el latir cronométrico de tu propio corazón, el vaivén de tu pecho a causa de la respiración. Parpadeas… El cuerpo no se detiene, la vida no se detiene. Y ahí te das cuenta de que nada a tu alrededor se detiene. El tiempo sigue y no permite que descanses un momento. El tiempo… —Maríe suspira y me mira sonriente antes de terminar su disertación improvisada—. Ese sí que es un Dios despiadado y eterno, ¿no lo crees?
Visto de esa manera, suena inquietante. De hecho, se nos acaba el tiempo, así que para finalizar, cuéntanos en qué estás trabajando. ¿Tendremos más de Maríe Yuset? Y confiésanos un deseo inconfesable para que deje de serlo.
Trabajo en finalizar la obra a la que pertenecen los relatos vinculados y en organizar el resto de obras inacabadas. También me planteo una segunda colección de relatos. En cuanto al deseo, sentirme totalmente libre cuando escribo. Tener la seguridad suficiente para escribir lo que quiero y como quiero. Espero que contándolo no solo dejará de ser inconfesable, sino que además dejará de ser deseo para convertirse en realidad. Y respecto a otro deseo inconfesable que tengo, no lo diré porque por mucho que lo cuente es un deseo imposible de hacerse realidad, de que se cumpla. No en este mundo. Y no para una humana como yo.
Cuando acaba la entrevista, Maríe parpadea un par de veces y desaparece en el interior de María Yuste. La editora vuelve a tomar el control de la situación (y de ese tiempo que aterra a la escritora) al otro lado de la mesa. Me sonríe satisfecha y me interroga con la mirada. Quiere saber cómo ha ido. No es necesario contestar. Le devuelvo la sonrisa y cierro mi cuaderno de notas. Ha estado genial. Estoy seguro de que la entrevista gustará. Y Junto al arroyo también lo hará. De hecho, tengo la certeza de que se convertirá en un libro de culto dentro del género de relatos hiperrealistas, y tanto Maríe Yuset como María Yuste serán responsables del éxito de esta obra singular. La buena noticia para mí es que yo estaré muy cerca para verlo.